Congresos de IA: asistentes NPC
Asistí al Metaworld Congress en Madrid el pasado 8 de mayo. Los stands con diseños generados por IA y las numerosas butacas vacías me dieron vibras mezcladas.
Gracias a que hace unas semanas dejé mi aburrido trabajo como redactor para un medio online clickbait, el pasado 8 de mayo quise ejercer mi recientemente adquirida libertad de movimiento para acudir al Metaworld Congress, evento celebrado en La Nave (Villaverde, Madrid), de dos días de duración y que, con participantes tan sonados como Iker Jiménez o Chema Alonso, serviría de punto de encuentro para empresarios innovadores.
Primeramente he de decir que, aunque llevo trabajando ya años como periodista, tengo muy poca experiencia asistiendo a eventos como este, ya que no nos pagan por acudir a sitios, sino por escribir sin parar y sacar artículos como churros. El evento más relevante al que he acudido es FITUR 2023 (Feria de Turismo), y a alguna rueda de prensa aquí y allí, pero poca cosa.
Este es un dato importante, ya que tal vez la falta de asistentes sea algo más normal de lo que yo me pienso, y por ello no sea tan alarmante la cantidad de asientos vacíos que presencié en el Metaworld Congress.
También tendrá que ver el hecho de que yo asistí el segundo día (probablemente el primero reuniera a más curiosos o periodistas), pero el caso es que me llamó la atención la cantidad de asientos desocupados (no tengo prueba visual porque me limité a hacer alguna foto de los powerpoints). Los espacios que sí se llenaban bastante eran los de más reducido aforo: los workshops que se situaban en medio de la nave y que tendrían sillas para 30/35 personas, más o menos (?).
También me llamó la atención ver que la charla a las 17:30h sobre MAdrid_linuX, el software libre educativo de la Comunidad de Madrid, sí que logró ocupar casi todas las plazas (pensaba que poco interés iba a despertar una charla sobre software open source en un evento destinado a explotar la mina de oro de las criptomonedas y la inteligencia artificial).
No obstante, había firmas importantes participando y hubo charlas interesantes: la ponencia sobre riesgos de la IA en la domótica cotidiana de Chema Alonso fue reveladora, aunque con un ligero toque populista dentro del discurso de ‘tu lavadora sabe cómo matarte’ (eso sí, efectivo a nivel comunicativo). Un ejecutivo de Microsoft también dio una charla muy válida sobre ciberseguridad, y grandes marcas como ESET y Telefónica tuvieron stands en el evento.
De hecho, había también un par de stands dedicados a marcas de ordenadores personales orientados a Linux (Slimbook, patrocinador), por lo que la filosofía del pingüino tuvo presencia también en el evento.
Cosa de jóvenes
Me sorprendió también ver que, en realidad, dentro de la población de asistentes había bastantes jovenzuelos, lo que le hace a uno dar por válida la idea de que esto de las criptomonedas y las startups de Web3 es una cosa de chavales o ‘cryptobros’, como se les suele llamar despectivamente, que o bien son los únicos que entienden de qué va la cosa, o son los que se ven llamados a intentar sacar tajada como sea ya que la precariedad laboral para la gente joven en España (y en el resto del mundo) les obliga a inventarse un nuevo mercado para poder tener una mínima esperanza de salir adelante. Esto no tiene nada de malo. Bueno, una cosa sí: el terrorismo visual de los grafismos hechos por IA de muchos de los stands de empresas crypto, o la animación cuca que disfraza la especulación financiera con animalitos, de firmas como BERA Chain y otros nombres que siguen lo que parece ser una fórmula ya patentada en el espacio cripto: todos ellos en inglés, y con algún prefijo o sufijo de ese críptico léxico que sigue su propio diccionario.
Tal vez en un momento no muy lejano en el futuro nos acostumbraremos a las imágenes hechas por IA y nos dejarán de parecer feas, pero de momento, ese ‘valle inquietante’ presente en las pancartas que parecen fotografías reales pero que son en realidad diseños artificiales sigue atormentando la estética del sector.
No hubo muchas preguntas del público en las ponencias (tampoco yo hice ninguna), que se iban sucediendo una detrás de otra sin importar la cantidad de gente entre el público, pero con idéntico ímpetu por parte de la presentadora. Pues claro, nada de raro aquí, aunque dado que nos encontramos en un lugar que rezuma futurismo tecnológico por los poros, yo no puedo evitar pensar que tal vez los que nos hemos reunido aquí somos NPCs, enviados como periodistas para ver qué se cuece, o como becarios o jóvenes product managers que tienen que energizar artificialmente la rueda de un sector que, a veces, parece funcionar a base de bots, más que de humanos. Jolín, había incluso un chaval encapuchado, con un pañuelo sobre la boca y gafas de sol, que podría estar haciendo cosplay del desconocido creador de Bitcoin.
Como ven ustedes, todo este texto está plagado de prejuicios y valoraciones subjetivas, para nada periodísticas o incluso fiables. Pero es que la dirección que lleva la innovación en IA y criptomonedas en la actualidad tampoco me parece del todo basada en criterios objetivos o tan siquiera eficientes. Por el contrario, la veo como el producto de un deseo profundamente personal: el de forzar la adopción de tecnologías que no son tan populares ni solicitadas por el gran público, solo porque el mundo físico se tambalea ante nuestros ojos y para el empresario es esencial crear nuevas formas de extractividad digital, ante la mina de oro que supone el ciudadano enganchado a TikTok que, con un sueldo ínfimo, buscará recurrir a nuevos formatos de dinero, que a falta de euros, serán mejor que nada. Se supone.